El Arq. Felipe Leal, reconocido nacionalmente,
publicó un artículo que tituló Circo, maroma y teatro de la obra pública, en el
cual hace un análisis de la obra pública en México de las últimas décadas,
dividido en cuatro apartados que parafrasearé y citaré.
El primero, Desfase en el tiempo, señala que
las ciudades y la población crecieron desmesuradamente sin haberlas dotado a
tiempo del equipamiento urbano correspondiente y al querer hacerlo, ya no
quedaba tierra disponible con vocación, por lo que el equipamiento lo han
ubicado a dónde sea, sin ningún consenso social.
El segundo, Regulación excesiva, analiza las
políticas inconexas y yuxtapuestas, con exceso de reglamentos y normas que poco
o nada se cumplen, aunadas a una Ley de Obra Pública obsoleta generadora de
corrupción sistemática y formas ocultas de arreglarse.
El tercero, Carencia de socialización,
afirma lo que ya sabemos de qué las obras se hacen sin planeación por la
premura para ejercer el presupuesto o por los gustos de los gobernadores y
presidentes municipales, y también por presiones políticas, escondiendo las
decisiones por el pánico a socializar las obras, en la creencia de que
constituye un pesado obstáculo para realizarlas, por lo que las decisiones se
mantienen en secreto, sea por el terror al rechazo ciudadano o por la
inveterada costumbre de hacer las cosas a espaldas del temido enemigo de los
políticos: la sociedad.
La cuarta, Ocurrencias, es contundente en
apuntar el predominio de obras innecesarias o inventadas que no responden a las
urgentes necesidades de la sociedad, sino a intereses clientelares o
económicos, quedando como montajes escénicos rechazados por la ciudadanía,
deteriorando cada vez más la obra pública sensata y necesaria del pasado, lo
que continua ahondando el abismo existente entre las autoridades y los
ciudadanos. Leal termina diciendo, “Lograr en nuestros días una obra pública
útil, bien ejecutada y con el aval social es prácticamente una experiencia
circense, donde se debe contar con habilidades para ejecutar una especie de
maromas, saltos y suertes; en caso contrario, observamos y padecemos con
indignación muchas simulaciones que pretenden esconderse en obras necesarias
que en realidad son montajes teatrales….”
Hasta aquí la excelente síntesis de Felipe Leal que
en mucho ayuda a ver este problema con mayor claridad y nos permite hacer una
radiografía de lo ocurrido en Sinaloa: cadáveres de obras regadas aquí y allá;
obras mal hechas por doquier. Un ejemplo basta: el estadio de fútbol de los
Dorados, del cual se ufanaron por la rapidez de ejecución, resultó ser uno de
los más chafas del País, o la que cada quien escoja de lo que abunda. La lista
es larga.
En el caso de la biblioteca Gilberto Owen, no se
terminará ni será lo que creíamos podría llegar a ser. He estudiado la
evolución de las bibliotecas por más de 20 años. Al llegar la oportunidad, creí
que crearla conceptualmente de primer mundo y socializándola con grupos de
gentes muy participativas e inteligentes, lograríamos algo bueno. Desde aquí mi
reconocimiento a Manuel Díaz y Oscar Urcisichi, quienes nos acompañaron como
avales ciudadanos a un gira por Estados Unidos para conocer las bibliotecas más
avanzadas del mundo, pagando todo de su bolsa.
A la hora de verdad, las pusilánimes autoridades
del ISIC nunca defendieron el proyecto dejándolo en otras manos. María Luisa
Miranda me dijo en una junta, en relación a la decisión ya tomada de mochar el
proyecto y abaratarlo: “opino lo que diga el Gobernador”. Sin opinión propia,
terminó enredándose en una retórica hueca. Aún y a pesar de todo, le agradezco
me haya propuesto para hacer el proyecto.
Y acerca del que tomó las decisiones, don José
Sevilla de ilustre apellido, sin conocimiento alguno de bibliotecas, hizo lo
que quiso, revelando arrogancia y servilismo, y de pasada golpeando
contumazmente al grupo político al que pertenece.
Pregunta: ¿Adónde quedaron los 100 millones de la
federación destinados a la biblioteca?
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Proyecto original Biblioteca Gilberto Owen. |
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Proyecto modificado, se eliminó el último piso. |
No sé cuándo podremos los ciudadanos tener la
fuerza para participar uno a uno en las decisiones de la obra pública; tal vez
no lo veré nunca. Creo fue Federico Reyes Heroles quien dijo que actualmente
padecemos a la peor generación de políticos y funcionarios que ha tenido el País.
Acertó, porque esa es la primera y más preocupante tragedia de México.
Hice un proyecto al más alto nivel profesional alcanzado,
no exento de errores, siendo el más grave, el descarado fraude profesional
cometido en contra nuestra por el Ing. Oscar Tellaeche con las consecuencias
del caso. Afortunadamente corregido por profesionales de verdad.
En nuestra profesión es común padecer decepciones
profesionales. La biblioteca fue una más, pero no es la primera ni será la
última. En este caso, 20 años de espera fueron muchos y me rio al
recordar que mejor expresa lo ocurrido, el título de la comedia de Shakespeare:
Much Ado About Nothing.
Escrito
basado en el artículo de Felipe Leal, publicado el 15 de noviembre de 2015 en
El Universal, a quien le confirmo mi admiración y respeto.